La seguridad alimentaria mundial frente a los nuevos riesgos globales: sinergias entre la Unión Europea y la Argentina

Esta nota sintetiza un estudio reciente realizado por el equipo de FIEL con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer. La elección del tema refleja la preocupación actual por las deficiencias del sistema alimentario mundial y los riesgos que enfrenta, a la vez que elabora sobre la contribución conjunta que la Unión Europea y la Argentina podrían construir en base a sus vínculos históricos y a su importancia como productores-exportadores de alimentos. El análisis muestra la necesidad de nuestro país por una corrección del rumbo de su política macro y sectorial agroindustrial como paso previo para alcanzar su rol de abastecedor confiable de alimentos al mundo y para avanzar en su responsabilidad de contribuir con las soluciones alimentarias de los países en desarrollo.


El desarrollo mundial venía mostrando signos preocupantes de estancamiento ya desde un poco antes de la pandemia del COVID19. A la vez, se fue conformando una nueva conciencia sobre los riesgos de corto plazo que se ciernen sobre la población mundial debido a los efectos del cambio climático y al surgimiento de conflictos geopolíticos como los derivados de la invasión de Rusia a Ucrania o la competencia entre China y los Estados Unidos.

En ese escenario de menor crecimiento global, la población mundial acaba de superar el hito de los 8000 millones de personas y se espera que en 2050 alcance los 10000 millones. El 83% de los habitantes se concentra en los países en desarrollo (ver Gráfico 1).

Gráfico 1

Fuente: FIEL con base en datos de Naciones Unidas.

A su vez, la situación del sistema alimentario global que debe atender a esa población es altamente insatisfactoria. Tomando el indicador de subalimentación (padecimiento de hambre), su incidencia mundial fue de un promedio del 9,2% de la población para el período 2020-2022 (725 millones de personas). En el caso de la Argentina, y a pesar de su condición de país excedentario en alimentos, FAO estima que un 3,2% de la población padeció episodios de hambre, en promedio, entre 2020 y 2022 (equivalente a 1,4 millones de personas). Por su parte, el indicador de prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada a severa muestra la enorme incidencia del fenómeno en la población mundial, afectando a 2335,5 millones de personas, en promedio, entre 2020 y 2022 (29,5% de la población mundial). En el caso de la Argentina, el retroceso de su economía llevó a un aumento muy importante de este indicador que pasó del 19,2 al 36,9% en el curso de un lustro. En el período entre 2020 y 2022, en promedio, 16,7 millones de argentinos enfrentaron alguna situación de inseguridad alimentaria. (ver Cuadros 1 y 2)

Cuadro 1

Seguridad alimentaria: Incidencia de subalimentación

Nota: América Septentrional y Europa registran indicadores menores al 2,5% no informados por la FAO.

Cuadro 2

Seguridad alimentaria: Incidencia de inseguridad moderada a grave

Nota: este indicador no incluye a India y China, que no tienen datos estimados en FAOSTAT

Con todo, las perspectivas de la producción de alimentos no son pesimistas, aunque la oferta futura deberá asegurar un aumento suficiente sorteando la incidencia del cambio climático y desarrollándose de un modo más sostenible. A la vez, se reconoce que la incidencia de la inseguridad alimentaria se vincula, sobre todo, a problemas de ingresos de las poblaciones vulnerables. Se trata de un problema de demanda más que de oferta. La situación se agrava cuando los precios internacionales de los productos agropecuarios aumentan debido a efectos adversos como el clima o las guerras localizadas. La experiencia muestra también que el comercio internacional ha servido para completar la oferta alimentaria en los países importadores netos de menores recursos. Evitar las limitaciones del multilateralismo comercial será una de las claves para mantener la eficacia del comercio en este rubro.

Desde los años 60, la preocupación por la inseguridad alimentaria llevó a numerosas iniciativas que se han multiplicado recientemente.Las Naciones Unidas, la FAO, el G7 y el G20 han sido muy activos y sus contribuciones presentaron buenos avances hasta 2015. Desde entonces se ha verificado un serio retroceso agudizado por la pandemia del COVID19. En el caso de nuestro país, pese a su condición de productor y exportador principal de alimentos al mundo (Gráfico 2), las crisis recurrentes de la Argentina han limitado su contribución a las iniciativas internacionales y, por el contrario, el país continúa enrolado como potencial receptor de asistencia externa en temas alimentarios por organismos multilaterales.

Gráfico 2

Fuente: FIEL con base en datos INTRACEN

En el estudio que se reseña en esta nota, se analizó el contraste entre la condición de la Argentina como abastecedor principal de alimentos al mundo y su situación local de aumento de la pobreza y las necesidades alimentarias. A la vez, el estudio se preguntó por las sinergias entre la Unión Europea y nuestro país que permitirían mejorar la situación local de la Argentina y, a la vez, promover la asistencia conjunta en temas alimentarios al resto del mundo. Esta pregunta es pertinente tanto por la estrecha relación histórica y coincidencia de valores entre nuestro país y los países europeos como por la condición de la Unión Europea en su liderazgo de múltiples programas de asistencia alimentaria y apoyo al desarrollo rural.

En la relación bilateral, la Argentina es un importante proveedor de productos agropecuarios básicos a la UE y la UE es el principal inversor extranjero en el país. A la vez, existen numerosos ejemplos de cooperación para el desarrollo de la Argentina favorecidos por la UE. Como parte del Mercosur, la Argentina sigue negociando con la UE para cerrar un acuerdo de libre comercio al que se suma el ya convenido acuerdo de diálogo político.

En la Tabla 1 se identifican algunas sinergias entre la UE y la Argentina para llevar adelante acciones frente a los riesgos en el abastecimiento global de alimentos.

Tabla 1

Fuente: FIEL

A partir de estas sinergias pueden, sin duda, elaborarse iniciativas conjuntas de interés bilateral y global. Sin embargo, antes de considerar esas iniciativas, nuestro país debe emprender una tarea que le es propia: potenciar el camino para su desarrollo agroindustrial resolviendo sus problemas de crisis económicas recurrentes. 

En un camino donde el primer paso será la recuperación de la estabilidad macroeconómica, podrán irse sumando iniciativas de política sectorial para corregir las distorsiones que el sector productor de alimentos ha enfrentado en los últimos años.Entre esas iniciativas se pueden mencionar las listadas en la Tabla 2.

Tabla 2

Fuente: FIEL

En varias de estas políticas como las de desarrollo rural, facilitación del crédito a pequeños productores, organización del riego, la UE podría aportar su experiencia para fortalecer los instrumentos de nuestro país, muchos de los cuales se han ya probado en el pasado.

Por último, un listado de algunas iniciativas que podrían llevarse adelante entre la UE y la Argentina (potencialmente también con el Mercosur) para contribuir a la seguridad alimentaria mutua y en el resto del mundo, es el siguiente:

-programas birregionales de seguridad alimentaria y desarrollo sostenible para asistencia en situaciones de catástrofe climática o similares de los países intervinientes;

-programas birregionales de seguridad alimentaria y desarrollo agropecuario sostenible dirigidos a productores de familias rurales en América Latina y terceros países de bajos ingresos importadores de alimentos (África y Asia);

– prestación de servicios tecnológicos para terceros países de bajos ingresos importadores de alimentos;

-desarrollos conjuntos de tecnologías aplicadas a los sistemas alimentarios y asistencia técnica a productores de agricultura familiar en América Latina y en terceros países de bajos ingresos importadores de alimentos.

Todas estos programas e iniciativas para la prestación de servicios podrían aprovechar las ventajas de cada participante (la UE y la Argentina/Mercosur) dentro de la organización, combinando conocimientos y fuentes de financiamiento. Como resultado de esta cooperación los esfuerzos invertidos permitirán también moderar los efectos adversos del cambio climático sobre la población rural vulnerable reduciendo los desplazamientos y los problemas migratorios y ampliar la demanda de los países asistidos hacia los insumos y servicios orientados a las mejoras de productividad de las cadenas de alimentos. 

Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez

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