Panorama del comercio mundial: los riesgos son importantes pero hay que seguir participando

En la nota de junio de esta revista se propuso al lector iniciar, a través de sucesivas entregas, un ejercicio de análisis de oportunidades y amenazas de nuestro comercio exterior para contribuir a tomar decisiones informadas en la estrategia de re-inserción internacional que la Argentina debería propulsar con urgencia en la etapa post-COVID. En ese momento se identificó el año 2021 como el posible inicio de la salida de la pandemia a nivel mundial y, por lo tanto, como una etapa propicia para reactivar nuestro sector externo y reconsiderar sus políticas. En segundo lugar, se concluyó que el monitoreo del escenario internacional con respecto a la evolución del proteccionismo y la globalización resultaba esencial dados los potenciales cambios en el sistema multilateral internacional que podrían afectar a nuestro país. Por último, se propuso el análisis de las oportunidades comerciales comenzando por algunos indicadores generales sobre la competitividad de la Argentina. En esta nota se avanza y actualizan estas tres líneas del análisis.

La actividad económica y el comercio en el mundo

En junio, el mundo siguió bajo los efectos de la pandemia. La salida de esa crisis de los países del Este Asiático seguidos por los de la Unión Europea mostró, muy recientemente, un retroceso con reapariciones focalizadas de COVID 19 que dieron mayor credibilidad a la eventualidad de un posible rebrote. En ese escenario, todos los pronósticos económicos se volvieron provisorios y sus autores advierten que su validez está atada a la duración de la pandemia y a la concreción de soluciones sanitarias definitivas como lo sería una vacuna efectiva.

Los últimos pronósticos disponibles sobre actividad y comercio muestran disparidades entre sus autores. En junio, el FMI empeoró su pronóstico indicando que esperaba una caída del producto mundial del -4,9%  en 2020 con un rebote del 5,4% en 2021. El volumen del comercio de bienes y servicios se contraería un -11,9% para  mejorar un 8% en 2021. El producto de los países de América Latina caería a la par de los países europeos y los Estados Unidos (los más afectados por la pandemia) y se recuperaría después. Sólo China, entre las economías más grandes, remontaría 2020 con una tasa positiva de crecimiento del 1%. Aunque en ese caso, las opiniones son diversas y otros pronósticos, como el de la OCDE, anticipan una caída del producto chino del  -2,6% en 2020 con una recuperación del 6,8% en 2021. Por su parte, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha mantenido sin variantes su pronóstico de una caída del -13% del volumen del comercio mundial en su hipótesis optimista, y del   -32% en su hipótesis pesimista. Todos los países principales clientes de la Argentina se mueven en ese entorno en las estimaciones de la OMC, con excepción de América del Sur con caídas mucho más pronunciadas en los dos escenarios (-22% y -44%, respectivamente) y recuperaciones más modestas (13% y 19%). En vista de estos pronósticos, los entregados apenas unos días antes por la CEPAL y la OCDE resultan optimistas.

Dentro del comercio de servicios,  el turismo enfrenta una crisis sin precedentes con una caída, hasta el momento, del 30% de los ingresos mundiales, luego de una década de aumentos permanentes. En América Latina los más afectados serán los países del Caribe, Centroamérica y México.

El seguimiento de los pronósticos sugiere, entonces, un empeoramiento de las perspectivas de la actividad y el comercio en la gran mayoría de los países aunque, como dicen sus propios autores, todos los pronósticos deben tomarse como verdades provisorias. Como información complementaria, cabe comentar que los cambios vertiginosos en la evolución de los hechos y la necesidad de mantenerlos pronósticos al día llevaron a incorporar las técnicas del “nowcasting”  que provienen de la meteorología y que, con la ayuda de la ciencia de datos (big data), entregan novedades sobre los cambios presentes y del futuro inmediato para guiar las decisiones de la política económica mundial.

Una de las preocupaciones que recorren todos los pronósticos es la del aumento de la pobreza que haría perder una parte de los beneficios que la globalización había habilitado con la aceleración del comercio en los países emergentes, sobre todo del Asia. En América Latina se estima un aumento de la incidencia de la pobreza que pasaría de 30,3% al 34,7% en los próximos años. En África la población ha vuelto a ruralizarse ya que no podía sobrevivir en los centros urbanos al perder sus empleos precarios. En los países en desarrollo es muy probable que la oferta de bienes y servicios tienda a concentrarse, al menos al inicio de la recuperación, debido a las restricciones financieras que enfrentan los negocios. Los países importadores de alimentos de ingresos medios y bajos tenderán a recortar su demanda. La tendencia de los precios de los alimentos en el mundo podría ser levemente descendente o estable en el mejor pronóstico (FMI, junio). Por último, los rezagos temporales en la solución de la crisis sanitaria crearán problemas de coordinación y de demanda como ya puede apreciarse en la operatoria de las aerolíneas afectadas por los cierres de frontera.

En el caso de la Argentina, los datos de los primeros 5 meses del año siguen confirmando un comportamiento exportador  promedio con respecto a lo que ocurre en el mundo y una dinámica importadora muy afectada por la caída del nivel de actividad ya desde mediados de 2018. Las exportaciones de los primeros 5 meses cayeron  un -11,5% con respecto a igual período del año anterior, acentuando la caída de las ventas externas a medida que se expandían los efectos de la pandemia. Las importaciones se redujeron un -23,8%.  En el último mes de mayo, las exportaciones muestran contracciones de precios y volúmenes, sobre todo en el caso de las manufacturas de origen industrial, y una contracción del precio de los combustibles que refleja lo que ocurrió en los mercados internacionales. Los commodities agropecuarios se mantuvieron prácticamente estables en precio. Del lado importador también hubo reducción de precios en todos los productos, salvo en los bienes de capital.

Del lado exportador, en los primeros 5 meses se mantuvo la caída del valor exportado de las manufacturas industriales (automóviles, principalmente) y de los combustibles. El fenómeno de la caída en la exportación de automotores es generalizado en el mundo y en América Latina ha afectado también a Brasil y a México en niveles similares. Los productos primarios mantuvieron una expansión del 8% en el período. Actualmente, alrededor del 80% de nuestras exportaciones corresponde al complejo agroindustrial y ese porcentaje se ha venido incrementando mes a mes (63% en el total de 2019). Este resultado se debe a que los mercados internacionales de alimentos han estado entre los menos afectados por la pandemia (se trata de un flujo de bienes esenciales) y la demanda de China fue una de las primeras en retomar debido a la recuperación temprana que hicieron los países del Este Asiático que entraron antes en la Pandemia. Del lado importador, en los primeros 5 meses,  los insumos y los bienes de consumo mantuvieron su menor contracción (-13%). Todas las importaciones relacionadas con la inversión profundizaron su caída.

Si bien la Argentina podría comerciar mucho más de lo que lo hace teniendo en cuenta su tamaño económico, en 2019 nuestro país ocupó el lugar nro. 30 en el ranking de exportadores mundiales representando el 0,4 del total exportado, siguiendo a Chile que representó el 0,5%. Brasil fue el nro. 21 con el 1,4%. Ese ranking está liderado por China, la Unión Europea (considerando solamente su comercio extra-comunitario) y los Estados Unidos. Del lado de las importaciones, nuestro país no figura en la tabla de los 30 principales compradores mundiales, pero se encuentra cerca del límite inferior por sus valores importados. Brasil y Chile mantienen sus posiciones y el tope del ranking lo encabeza Estados Unidos seguido por la Unión Europea y China.

La tendencia de exportaciones e importaciones locales sigue siendo negativa como está ocurriendo en la gran mayoría de los países del mundo. Sin embargo, en los párrafos iniciales de este análisis los pronósticos sugirieron una respuesta diferente entre países en cuanto a la evolución futura del comercio. La comparación entre esas perspectivas y el patrón de destinos exportadores de la Argentina arroja un balance mixto en términos de la recuperación de nuestros socios comerciales, que podría afectar la tendencia y composición de nuestras exportaciones por un tiempo prolongado. En efecto, con un 30% de nuestras exportaciones destinadas al MERCOSUR y al resto de América Latina, las perspectivas de una rápida mejora en 2021, sobre todo en bienes industriales, se desvanecen. El siguiente 20% exportado se reparte entre la Unión Europea y los Estados Unidos, que también tendrán reactivaciones comerciales lentas. Las exportaciones al resto del mundo podrían mejorar su desempeño al estar más atadas al Este de Asia o distribuidas en operaciones más pequeñas en numerosos países. Esas exportaciones se vinculan a los productos tradicionales de la Argentina.

El clima de negocios internacional

Las relaciones económicas internacionales se siguen moviendo con bastante independencia de la contracción del comercio y las inversiones. El regreso al proteccionismo comercial posterior a la crisis 2008-09 determinó una caída de la tendencia hacia la globalización. En la época de la globalización de los 90, el comercio internacional crecía entre 2,5 y 3 veces más que el producto mundial. En la primera década del siglo lo hacía entre 1,5 y 2 veces. Luego de la crisis de 2008-09, la globalización se detuvo, el producto y el comercio mundial crecían a la par. En 2019 ya se especulaba con la probabilidad de un posible retroceso en la globalización sin que se alteraran sustancialmente las relaciones comerciales internacionales. El mundo había reeditado cierto proteccionismo pero las ventajas de la producción globalizada todavía prevalecían.

Aunque el futuro post-pandemia es incierto, el World Economic Forum mostró su convicción sobre la utilidad de la globalización para mejorar la eficiencia de la producción y, por lo tanto, cree que la tendencia continuará. Sin embargo, los indicadores actuales sobre un acortamiento de las cadenas de valor y su mudanza futura hacia localizaciones de más seguro abastecimiento indicarían que el proceso globalizador subsistirá con numerosos cambios.

Uno de esos cambios parece ser la mayor regionalización de los flujos de comercio e inversión.  Por ejemplo, en el entorno de China hay varios países que piensan negociar su acceso al Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo regional que China había liderado como respuesta al Acuerdo del Transpacífico (hoy Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico, CTPPT) que en su momento incluía a los Estados Unidos. Cabe recordar que en un movimiento sorprendente por la pérdida de influencia económica que significaba frente a China, el Presidente Trump decidió no seguir integrando ese acuerdo de libre comercio que incluye al conjunto más relevante de economías de mercado avanzadas con costas al Pacífico. Las economías candidatas al RCEP, particularmente los miembros de ASEAN, piensan que una vinculación más cercana con China ayudará a una recuperación más rápida. Entre los países negociadores se encuentran Japón, Australia y la India que hoy mantienen posiciones más distantes de China. En particular, la competencia y conflictos fronterizos entre India y China podrían volcar al primer país hacia una mayor vinculación con Occidente.

En Europa también se intenta mejorar la inserción comercial, aunque con menos éxito. El Reino Unido no ha logrado avanzar con los Estados Unidos en un acuerdo de libre comercio y, en apariencia, dilatará las negociaciones a la espera de las elecciones nacionales norteamericanas. La Unión Europea, por su parte, no ha logrado avanzar en un acuerdo comercial con China debido a múltiples factores como la protección de la propiedad intelectual, las restricciones sectoriales a la inversión y las fricciones causadas por el avance de China sobre la autonomía de Hong Kong.

Por último, se aguarda con cierta expectativa  la entrada en vigor el 1ro. de julio del nuevo acuerdo entre los Estados Unidos, México y Canadá, el USMCA. Este acuerdo es el reemplazante del NAFTA y, entre otros cambios, habilita los reclamos bilaterales entre los socios que se inaugura bajo la atenta mirada de los Estados Unidos para que se cumplan sus pautas más restrictivas de la competitividad de sus socios en su mercado.

La competitividad de la Argentina

Habiendo confirmado hasta aquí las dificultades del regreso mundial a la actividad y al comercio y observando que la economía global tiende a la regionalización, la mayor inserción internacional de nuestro país y de sus socios del MERCOSUR sigue siendo un argumento de peso para la conformación del plan de salida de la Pandemia.

En la nota del mes anterior se presentó un primer indicador de la complementariedad de las exportaciones argentinas con algunos socios seleccionados para explorar la capacidad de nuestro país para aumentar sus ventas y, a mediano plazo, diversificar su oferta exportable. Los resultados indicaron la complementariedad con la Unión Europea y China, que explica la actual relación comercial fluida y podría derivar en un aumento de nuestras exportaciones. También se constató que los países de América Latina presentan aún un potencial sin explotar y se encontró que países como Canadá y Sudáfrica, a pesar de sus perfiles agroexportadores, también muestran una alta complementariedad con la Argentina que vale la pena explorar.

Ahora corresponde explorar la relación inversa, en qué medida acuerdos de libre comercio con esos países tienen el potencial para reducir los costos de nuestras importaciones porque su oferta de mercaderías coincide con el patrón de demanda importador de nuestro país.

Para ello se utilizará nuevamente el Índice de Michaely (ver nota debajo del Gráfico 1).  En primer lugar, se observa una alta complementación con países o grupos con los que ya comerciamos ampliamente como China, la Unión Europea y los Estados Unidos (índice superior a 45 puntos en el Gráfico 1). Los acuerdos de libre comercio podrían llevar a ampliar nuestras compras en esos orígenes sin dificultades. En segundo lugar, nuestros vecinos latinoamericanos tienen poco para ofrecer en el intercambio y presentan índices de complementariedad más bajos.

Nota metodológica:Este índice compara en forma sintética el patrón importador completo de un país, usando el valor de sus importaciones por tipo de producto, con el patrón exportador total del país socio. Si el índice es igual a 1 hay una coincidencia completa y un acuerdo de libre comercio tendría el potencial de crear flujos comerciales una vez que se abrieran las fronteras. Si el índice es cercano a 0, el país importador consume y compra mercadería que no es de ningún interés para los productores del país exportador

Para completar el análisis corresponde comparar las complementariedades de la Argentina del lado exportador e importador con los países seleccionados (Gráfico 2).

Fuente: FIEL en base a datos ITC

El primer aspecto a notar es que el rango de complementariedad de las exportaciones argentinas con sus socios efectivos y potenciales presenta una baja variabilidad con un promedio en torno a 21 puntos, mientras que la complementariedad de las importaciones de la Argentina con los países seleccionados varía mucho más y tiene un promedio más alto, de 38 puntos. Esta diferencia se explica por la concentración del patrón exportador de la Argentina en productos agroindustriales y su demanda importadora diversificada.

En el caso de los países latinoamericanos, salvo Brasil, Argentina tendría más oportunidades exportadoras que las oportunidades de sus socios de exportarle. En el caso del Brasil, la situación es más pareja. Pero lo que hay que notar en ese caso es que prácticamente todos los socios potenciales considerados tienen una complementariedad de importaciones mayor que la que muestra Brasil. Ese resultado indica que, potencialmente, esos países podrían competir con Brasil en el mercado argentino bajo condiciones de acceso similares. Con todo, una rebaja arancelaria podría no ser suficiente para desplazar a la oferta brasileña, debido a otras ventajas como los bajos costos de transporte, la existencia de acuerdos específicos por producto (automotores) y la vinculación empresaria a través de las inversiones bilaterales. Sin embargo, este aspecto pone de manifiesto el complejo equilibrio que deben guardar las negociaciones del MERCOSUR con terceras partes y también explica la rápida penetración de la oferta china en el MERCOSUR debido a su notable competitividad pero también basada en un patrón de oferta industrial muy diversificado.

En síntesis, algunos puntos para anotar para el re-armado de la política comercial externa de la Argentina: a. en los próximos años nuestros principales socios comerciales crecerán por debajo de otras economías en el mundo; b. el comercio tenderá a regionalizarse aún más; c. con mayor competencia, la oferta exportadora argentina debería diversificarse para aumentar su complementariedad con sus socios tradicionales y potenciales; d. la Argentina debería aumentar su inserción internacional utilizando al MERCOSUR como instrumento. Para ello, todos los países de este acuerdo deberán coordinar sus acciones frente a competidores más diversificados y  en un contexto en el que aumentará la competencia. Una política industrial coordinada podría ayudar a aprovechar las ventajas del comercio a la vez que se gane competitividad para la producción local.

Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez

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