Más políticas exportadoras “a medida” y restricciones a las importaciones para “transitar” la crisis macroeconómica

Las autoridades económicas ensayan parches en la política exterior por sectores de actividad para compensar el atraso cambiario que afecta negativamente a las exportaciones de bienes y servicios y abarata artificialmente a las importaciones de todo tipo. El caso de los servicios muestra que, aún en el marco de un intento de promoción sectorial, nuestro país pierde oportunidades en el mercado mundial.


La economía se mueve, en el día a día, sin horizonte de planeamiento para su evolución y a la espera de medidas económicas que se suceden para tratar de evitar un agravamiento de la crisis macroeconómica. La verdadera encrucijada se encuentra en la imposibilidad de trazar un programa mínimo de alivio a esta situación. Pareciera que el gobierno ha decidido “transitar” por la crisis sin resolverla, pero evitando “males mayores”. En este escenario, el sector comercial externo es una pieza clave, como venimos repitiendo desde aquí, para la acumulación de reservas que financien los pagos de las deudas más urgentes y, cada vez con menos eficacia, ayuden a estabilizar el mercado de cambios.

Entre las medidas recientes, a la cancelación prevista del dólar-soja a fines de setiembre, siguió la adopción de un dólar-tecno y el estudio de algunos beneficios similares para otros sectores. A la vez, las autoridades declararon su intención de defender las divisas acumuladas en las reservas, que alcanzaron a los casi USD 5000 millones, a través de nuevas medidas de encarecimiento del dólar de importaciones y nuevos controles a las compras externas.

Repasando la situación del sector comercial externo, en los 9 primeros meses del año, por el lado exportador las ventas externas aumentaron un 15,2% con respecto al año anterior (USD 67131 millones) y las importaciones aumentaron un 40,4% (USD 64520 millones). El saldo acumulado del balance comercial fue de USD 2611 millones. En 2021, el balance comercial en los nueve primeros meses alcanzó los USD 12340 millones, lo que sugiere el deterioro de la estrategia cortoplacista. Cabe recordar que entre 2008 y 2015 se llevó adelante una política similar, que también terminó en un agotamiento de las reservas internacionales.

Dentro la estrategia de defensa de las reservas, por el lado exportador se habilitaron beneficios para las exportaciones de servicios tecnológicos (software, la biotecnología, la industria audiovisual e Internet). En este caso, la mejora del tipo de cambio se inscribe en un “Régimen de Fomento a las Inversiones y Exportaciones de la Economía del Conocimiento” y se viabiliza dándole a las empresas que invierten y exportan la posibilidad de retener parte de los dólares generados. A diferencia del dólar-soja, en este caso los beneficios se mantienen también en el mediano plazo. Las empresas de servicios tecnológicos pueden adherir al nuevo régimen hasta junio de 2023 y cuentan con dos años para hacer sus inversiones a partir de la aprobación del proyecto, con una prórroga posible de otros dos años. Los beneficios incluyen la disponibilidad del 20% de los dólares ingresados para invertir en el caso de una inversión extranjera directa, libre disponibilidad del 30% de los dólares de las exportaciones netas incrementales y un bono de crédito fiscal hasta el 70 % de las contribuciones patronales. Esos bonos tendrán el carácter de intransferibles, a excepción de aquellos cuyos beneficiarios acrediten exportaciones que representen, al menos, el 70% de la facturación anual de la actividad promovida. El nuevo régimen se puso en vigencia a principios de octubre por vía de un Decreto de Necesidad y Urgencia del Poder Ejecutivo (DNU 679/22).

En este sector de Servicios Basados en el Conocimiento (SBC) se anticipan exportaciones en torno de USD 7000 millones en 2022 y el gobierno espera que sus medidas permitan una expansión hasta USD 10000 millones en 2023. Un problema analizado en el sector es el de la difusión del teletrabajo transfronterizo. Se calcula que entre el 20% y el 25% de los ingresos sectoriales corresponden a profesionales independientes que tramitan sus cobros a través de medios alternativos al mercado de cambios (cuentas en el exterior, Paypal, criptomonedas, entre otros). El nuevo régimen pondría a las empresas locales en condición de mejorar sus salarios, limitando la fuga de talentos, al liquidar parte de sus ingresos en dólares en el mercado de divisas MEP, por ejemplo.

Las autoridades aciertan al identificar la potencialidad del sector como generador de exportaciones. Pero pasan por alto las oportunidades que también tiene la Argentina en otros servicios comerciales exportables. En el Gráfico 1 se muestra la evolución de las exportaciones de servicios según los capítulos de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos. Como puede apreciarse, en los cuatro trimestres que corren desde el segundo trimestre de 2021 y el segundo trimestre de 2022, se exportó un equivalente a USD 11767 millones. El 70% de ese valor se relacionó con los SBC (Telecomunicaciones, informática y servicios de información; Uso de la propiedad intelectual y Otros servicios empresariales). El transporte representó un 17% y el turismo un modesto 3,4%. El resto de los servicios exportados sumó un 9% (ver Gráfico 1).

Gráfico 1

Fuente: FIEL en base a datos INDEC

La brecha cambiaria afectó parte de los ingresos de estas exportaciones, que se cursaron por mercados alternativos, sobre todo en el caso del turismo y, como ya se comentó, los SBC. Este hecho explica, en parte, la limitada recuperación de los ingresos en el sector turismo luego de la pandemia. En efecto, en los 8 primeros meses de 2022 el número de turistas que ingresaron al país aumentó un 1230% con respecto a igual período de 2021, que estuvo aún muy influido por la pandemia. Los ingresos por turismo, en cambio, aumentaron un 100% y sólo llegaron a representar el 20% de lo que ocurría en un año promedio antes de la pandemia. Sin embargo, los ingresos de personas ya habrían alcanzado a recuperarse hasta un poco más de la mitad de los que tenían lugar en un año promedio.

Para completar el análisis de las exportaciones de servicios y su potencialidad, cabe compararlas con lo que está ocurriendo en el mundo.

En primer lugar, el comercio de servicios estuvo creciendo más rápidamente que el comercio de mercancías en el mundo, sobre todo en la primera parte de la década de 2010 para acercarse en tasas de crecimiento en los últimos 10 años (casi 50% en ambos casos en todo el período). En el caso argentino, las exportaciones de bienes tuvieron una evolución decreciente en los últimos diez años, con una recuperación en 2021 que registró niveles similares a los de 2010. Es decir, perdimos una década de crecimiento en el comercio internacional de bienes. En el comercio argentino de servicios, el desempeño tampoco es satisfactorio, las exportaciones se mantuvieron constantes en valor entre 2010 y 2019 y la recuperación de 2022 se mantendrá aún por debajo del valor de 2019 (USD 14.573 millones). También, entonces, en este capítulo del comercio internacional el país ha estado por debajo del estándar.

En segundo lugar, el comercio de servicios representa un 27% del comercio de bienes en el mundo. En el caso argentino, esa equivalencia es del 19%. La Argentina tiene un comercio deficitario de servicios con casi todos los países con los que se vincula en este rubro y ese déficit es particularmente importante con los Estados Unidos, China e India, que son los líderes mundiales de estas exportaciones. Ese déficit ha sido creciente en el tiempo. Nuestro país se encuentra en la posición 62 del ranking mundial de exportadores de servicios, bastante lejos de la posición 34 que ostenta nuestro socio, Brasil, y cercano a Chile, que se ubica 67.  Además, mientras participa con un exiguo 0,3% en el comercio internacional de mercancías, lo hace con un 0,15% en el de servicios.

Por último, en términos de la composición de las exportaciones de servicios, el patrón de la Argentina es semejante al internacional, aunque en nuestro caso se nota la ausencia de servicios exportables financieros y de la construcción y una menor participación del turismo, seguros y los ingresos por propiedad intelectual. Por su monto y composición, está claro que también en este caso la Argentina podría mejorar a partir de un ordenamiento macroeconómico y de la diversificación de servicios ofrecidos.

En cuanto al otro lado de la ecuación comercial, la declarada intención de defender las divisas ordenando y restringiendo las importaciones fue seguida de varias medidas. La primera de ellas fue aumentar el número de mercaderías sujetas a Licencias no Automáticas, afectando algunos productos informáticos y bienes de capital. La segunda medida fue el reemplazo del Sistema Integrado de Monitoreo de Importaciones (SIMI) vigente hasta el 17 de octubre. El nuevo sistema se denomina Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) y con el trámite de su puesta en marcha se retrasaron los permisos de importación por varios días. En este sistema, la AFIP sigue siendo la puerta de entrada de las empresas importadoras que deben demostrar su capacidad económico-financiera (CEF) para luego lograr las autorizaciones pertinentes de la Secretaría de Comercio y del Banco Central. Entre las novedades del sistema, se indicó que habrá mayor coordinación entre la AFIP y la Secretaría de Comercio y que se les brindará a los importadores una fecha estimada del giro de divisas. Por su parte, la Aduana ha sumado un sistema denominado RADAR que mantiene al día el registro de las denuncias que enfrenta cada empresa importadora. Estas denuncias se vinculan a maniobras incentivadas por la brecha cambiaria que llevaba a mayores importaciones, sobrevaluaciones y declaraciones falsas para alcanzar la capacidad económico-financiera del perfil de AFIP. Por su parte, las empresas tenían pendientes pedidos judiciales de protección cautelar para poder importar, que podrían complicarse o simplemente perder validez ante el nuevo marco normativo. El sistema mejorará la posición de las PYMES que recibirán las divisas dentro de los 60 días y tendrá un trámite automático para los importadores que usen sus propias divisas. Lo mismo ocurrirá para las importaciones de servicios, donde el sistema previo (SIMPE) fue reemplazado por el SIRASE.

También ha sido parte de la contención de las importaciones hacer que las empresas pagasen en forma diferida por hasta 180 días. Esto fue acumulando un saldo de pagos a futuro que está contabilizado en las estadísticas del comercio exterior pero aún deben cancelarse. Se estima que ese monto podría rondar los USD 8000 a 9000 millones en los próximos meses.

Por último, se fijaron tipos de cambio más elevados para los viajes al exterior (dólar Qatar), para las contrataciones artísticas (dólar Coldplay) y para las compras directas minoristas con tarjeta de crédito (e-commerce), el denominado dólar-tarjeta. En este último caso, en particular, es interesante ver hasta qué punto el mundo marcha por carriles muy diferentes. Parte del comercio minorista se está internacionalizando por las compras directas de los consumidores a través de plataformas de e-commerce. Los analistas estiman que este comercio ronda el 3% del total del e-commerce minorista que ha crecido hasta un total 5,3 trillones de dólares en 2021. Su tendencia al crecimiento se aceleró por la pandemia, pero ya era significativa a fines de la década de 2010. En Estados Unidos y China, la participación del e-commerce minorista internacional es del orden del 3%, pero en los países europeos sube a participaciones del 10 al 30% debido a su alto grado de integración comercial dentro de la Unión Europea. Nuestro vecino, Brasil, exhibe una elevada participación y un rápido crecimiento del e-commerce en su distribución minorista incluyendo un 3% de participación del origen internacional de la mercadería, valor que destaca junto con México entre los países de la región.

Una vez más, la evidencia descripta ayuda a entender que la política comercial, utilizada como instrumento para paliar los problemas de inestabilidad macroeconómica, sólo termina alejándonos del mundo y, por lo mismo, retrasando la normalización y el crecimiento de la economía.


Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez

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