Recambios ministeriales con el sector externo y el sector agroindustrial en el centro de la escena

En un marco de incertidumbre macroeconómica y reemplazos de alto nivel en el Gabinete Nacional, la Argentina vuelve a emparchar las regulaciones de su sector externo para conseguir reservas internacionales, tratando de revertir en el corto plazo los recientes diagnósticos políticos errados. Pese a estos graves desvíos, si se superaran las visiones cortoplacistas, el país cuenta con los recursos para mejorar significativamente su desempeño, diversificando sus exportaciones.


Desde la última entrega de este análisis del Sector Externo, ha ocurrido una sucesión de cambios al nivel del Gabinete Nacional. El más importante para la marcha de la economía fue el nombramiento de Sergio Massa a partir del 3 de agosto (hasta entonces, Presidente de la Cámara de Diputados) como Ministro de Economía de un ministerio “aumentado” que absorbió el Ministerio de Producción y el de Agricultura. Un poco antes, hasta el 28 de julio y habiendo ejercido el cargo de Ministra de Economía por poco más de tres semanas, la responsabilidad había sido de Silvina Batakis.

La salida del Ministro Guzmán, que había acompañado al gobierno desde el inicio en todas sus negociaciones con acreedores externos y con el FMI, se dio en un momento en el que se anticipaban dificultades para la renovación de la abultada deuda pública en moneda local y una grave restricción de divisas con caída de las reservas de divisas del Banco Central. Ambas situaciones generaron un nuevo deterioro de las expectativas del público en un escenario de pesimismo creciente alimentado por las diferencias internas de la coalición gobernante. En consecuencia, en el marco de una política monetaria laxa, los precios se aceleraron y la huida del peso se reflejó en un aumento de la cotización del dólar libre y del dólar financiero (en sus versiones MEP y Contado con Liquidacíón).

En medio de una creciente desestabilización macroeconómica debido a la incertidumbre sobre las prioridades del gobierno, el nuevo ministro hizo anuncios dentro de lo esperado. La evaluación de su alcance deberá aguardar hasta la implementación de los instrumentos. Como le ocurrió a su antecesora, parte importante de esos anuncios se relacionan con la necesidad urgente de aumentar la acumulación de reservas externas en el Banco Central. Una de las acciones en ese capítulo se refiere al acuerdo con las cadenas de valor de la pesca, del agro, de la minería y otros para adelantar el ingreso de divisas en un plazo de 60 días por USD 5000 millones haciendo uso de un bono específico emitido por el BCRA. También se indicó que podría haber contratos de deuda con operadores internacionales (repos) y refuerzos de reservas con fondos de organismos multilaterales.

Esas medidas se inscriben en la declaración del gobierno (tanto del ministro actual como de su predecesora) sobre su compromiso para cumplir con el Acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese acuerdo tiene por objeto no sólo constituirse en una guía de acción del programa macroeconómico sino también en una señal a los mercados para ganar credibilidad para las decisiones económicas del gobierno.

Como puede observarse, el cambio de ministros no alteró sustancialmente el contenido de las acciones del corto plazo, sino que buscó una mayor señal de coordinación interna de la coalición de gobierno. Esta señal se hizo imprescindible luego de los importantes desvíos de los discursos públicos de los miembros del gobierno con respecto a la marcha de la economía. En particular, en el caso del sector externo, en la entrega anterior de esta sección se mencionaba que una parte de la coalición gobernante hablaba de un “festival de importaciones” como la causa que ponía límites al BCRA para acumular reservas de divisas. Entonces explicábamos que el aumento de las importaciones se relacionaba, sobre todo, con el aumento de sus precios internacionales y con el aumento de los fletes. Otro aspecto que destacábamos era la erosión de los términos del intercambio favorables al país (precio de exportados /precios de importados), lo que limitaba las ganancias automáticas que en otras oportunidades habían sido generadas por precios altos de nuestros exportables agroindustriales (por ejemplo, el súper ciclo de commodities 2005-2012).

Los números del Balance de Mercancías del primer semestre de 2022 mantienen el panorama de precios crecientes de importaciones a la vez que se moderan las subas en los precios internacionales agroindustriales. Por el lado exportador, las ventas aumentaron un 25,5% (USD 44377 millones) y las importaciones aumentaron un 44,4% (USD 41284 millones). El saldo acumulado del Balance Comercial fue de USD 3093 millones en el primer semestre. Ese saldo no es bajo en la comparación histórica, pero resulta insuficiente para las actuales necesidades de recomposición de reservas del BCRA.

Por el lado importador se sigue manteniendo la característica del aumento de precios en un año en que, además, nuestro país exhibe su dependencia de las compras externas de combustibles. Esta situación contrasta fuertemente con la condición de Argentina de país abundante en petróleo y gas y poseedor de una de las reservas de combustibles no convencionales más importantes del mundo, la de Vaca Muerta. En el primer semestre se importaron USD 6609 millones en el rubro de combustibles y lubricantes, mientras que se exportaron USD 3961 millones en el rubro de combustibles y energía. Nótese que el precio de nuestras importaciones de combustibles aumentó un 118% en julio de 2022 comparado con su precio un año antes. En cambio, el precio de nuestras commodities agroindustriales de exportación se incrementaron entre un 15 y un 21% en el mismo período.

En un nuevo error de diagnóstico, las autoridades del más alto nivel sugirieron antes del nombramiento del Ministro Massa, que uno de los problemas de la baja acumulación de reservas se debería a la retención de la cosecha 2021/22 por parte de los productores, lo que estaría retrasando el ingreso de dólares al país. En contraste con esa afirmación, las estadísticas oficiales indican que las exportaciones de cereales aumentaron un 54,4% en el primer semestre con respecto a igual semestre del año previo, las exportaciones de grasas y aceites, un 15,3% y las de harina de soja se mantuvieron prácticamente constantes en valor. Notablemente, en el caso de las carnes las exportaciones aumentaron un 30,5% pese a las restricciones que impuso el gobierno sobre cortes de carne vacuna.

Esta información sugiere que el sector agropecuario continúa con su histórico dinamismo exportador, pese a las condiciones muy adversas de la política sectorial y al tipo de cambio reducido por los elevados derechos de exportación.  Los productores mantienen su actividad y siguen invirtiendo cuando los márgenes de negocios se lo permiten. También tratan de protegerse cuando las políticas públicas son tan inciertas que podrían amenazar la continuidad de sus negocios. 

En un reconocimiento de esos incentivos negativos que desde hace tiempo enfrenta el sector agroindustrial, el BCRA en coordinación con la ex Ministra Batakis, pusieron en marcha un mecanismo orientado a los productores primarios que les permitíría mantener una parte de sus ventas (70%) resguardadas en un bono indexado a valor dólar y con el remanente (30%) comprar dólares a la cotización del dólar solidario (dólar oficial más 30% de impuesto PAIS y retención del 35% de impuesto a las ganancias) como lo hacen los ahorristas que compran su cupo mensual. Nótese que la compra de esos dólares se habría hecho a un tipo de cambio que más que duplicaba al tipo de cambio que está implícito en los precios que recibe el productor de las compañías procesadoras y exportadoras. Esos dólares además debían mantenerse depositados en entidades bancarias. Todos estos incentivos se dirigían a un gran número de productores que toman decisiones de acuerdo con las perspectivas individuales de sus negocios. Al momento de su puesta en marcha esta medida ya se consideraba de dudosa eficacia y su efecto era el de sumar un nuevo trato especial para un sector que, en condiciones normales, es el más competitivo que tiene el país. En contraste, el nuevo bono de anticipo de exportaciones se basa en un acuerdo con las compañías procesadoras y productoras, que constituyen un núcleo de operadores reducido con el que se intenta un acuerdo explícito

Más allá de las medidas puntuales y del diagnóstico sectorial errado de las autoridades a cargo, la Argentina sigue siendo uno de los exportadores agropecuarios más relevantes del mundo. En el Gráfico 1 se muestran los principales países productores/exportadores. Salvo en los casos de Argentina y Brasil, los demás países consignados son fuertes exportadores, pero también son importantes importadores de alimentos. Por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos y China, ambos países son importadores netos cuando se considera su balance de alimentos. Otros países, pequeños en territorio como Países Bajos o Bélgica son exportadores de mercadería que importan y acondicionan, en especial para los mercados de la Unión Europea.

Gráfico 1

Fuente:FIEL en base a datos INTRACEN

Ese potencial de América del Sur en la producción de alimentos viene siendo señalado como una de las fortalezas mundiales para alcanzar el objetivo de Hambre Cero dentro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y un reaseguro de seguridad alimentaria en la era del cambio climático.

Lamentablemente, nuestro país no ha logrado desarrollar todo el potencial que le otorga su riqueza agropecuaria. Una evidencia de ello es el valor unitario de sus productos exportables comparado con los otros países exportadores de alimentos seleccionados. Como puede apreciarse en el Gráfico 2, la Argentina y también Brasil siguen manteniendo sus ingresos por tonelada en niveles de productos básicos sin la incorporación de valor agregado que hacen los otros países aprovechando su nivel de desarrollo o su ubicación geográfica estratégica. En el caso de Brasil, la expansión de la frontera agropecuaria que ocurrió en los últimos 30 años y la internacionalización de su industria de alimentos (especialmente, frigoríficos de carne) sugieren un curso de acontecimientos mucho más favorable que el de nuestro país.

Gráfico 2

Fuente:FIEL en base a datos INTRACEN

Esta nota refleja la incertidumbre del momento, pero también muestra que, si se superaran los errores de diagnóstico y las urgencias del corto plazo, la Argentina podría avanzar, como un comienzo, en dar a la producción agropecuaria las condiciones de mercado que han llevado a otros países productores del mundo a tener resultados muy positivos en términos del valor agregado que lograron para sus exportaciones. Al sector agroindustrial se sumarían seguramente varios sectores de la industria exportadora de insumos industriales, automóviles, etc. Los servicios exportables podrían fortalecer su posición y el turismo receptivo podría reanudarse con buenos resultados. Se avanzaría así en la tan necesaria diversificación exportadora, un camino siempre transitado a medias por nuestro país.


Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez

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