Navegando aguas desconocidas

Por la actitud precautoria de la mayoría de la población, por las restricciones de la cuarentena, por las propias características de la pandemia, o por las razones que fueren, las curvas de la pandemia tienden a aplanarse. También lo hace en forma pronunciada la actividad económica, en un sendero rezagado que recién empieza.
Retomar la actividad –enfrentando eventualmente mayores riesgos sanitarios- no es una tarea simple. La economía requiere para funcionar un alto nivel de interconexión, a nivel doméstico e internacional, y las intenciones de abrir pueden enfrentarse a múltiples dificultades. En primer lugar, las firmas no abren solas (una o varias plantas) sino en coordinación con sus proveedores y distribuidores localizados geográficamente en áreas
con diferentes niveles de evolución de la pandemia y, por lo tanto, de las actividades.
El comercio internacional se desplomó en forma abrupta, lo que no solo condiciona la disponibilidad de insumos sino también la capacidad de bodega para exportar. No todas las firmas –principales y proveedores- pueden acceder a préstamos del sistema financiero o subsidios, lo que se manifiesta en que el “tejido” empresario podría haberse debilitado
en los últimos 45 días, tal como lo refleja la evidencia, por el momento anecdótica.
Estamos bien lejos de la “bazooka” alemana en términos de alivio crediticio y fiscal para las empresas, y cuanto más tiempo transcurre en este escenario en el que aumenta la proporción de firmas “zombie”, mayor las dificultades para salir.
El proceso de negociación de la deuda con una propuesta dura de parte del gobierno complica aún más el escenario. Mientras los países vecinos (Chile, Uruguay, Paraguay) emiten deuda a plazos largos y a tasas inferiores a las concesionales por parte de organismos multilaterales, y por lo tanto mantienen abiertos los mercados voluntarios de deuda para
el sector privado, la Argentina propone no pagar nada por tres años y casi nada por 6 años.
La consecuencia en el corto plazo de esta aproximación es que nos mantenemos aislados no solo para el financiamiento del sector público –que necesita recursos en la emergenciasino para el sector privado que podría derivar en dificultades aún en materia de comercio exterior.
Navegamos sin duda por aguas desconocidas en materia sanitaria, pero no puede decirse lo mismo en materia económica. Las dificultades que enfrentamos, incluyendo la falta de recursos para atender la emergencia con la consecuencia de una gran emisión monetaria, la extrema pequeñez del sistema financiero, el tamaño de la economía informal, las disputas
recurrentes con nuestros acreedores, son todos problemas que devienen del fracaso estatal y colectivo para organizar la sociedad. Es probable que debamos mantener cerradas por algún tiempo las fronteras al transporte de personas para evitar la propagación de la pandemia, pero no será cerrando las fronteras al comercio y al movimiento de capitales que lograremos recuperar el crecimiento y el bienestar. Los mejores deseos para todos!

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