Hacer lo que hay que hacer

Que las expectativas de un cambio profundo en la Argentina hayan caído tras la votación de octubre, no quiere decir que no se necesiten cambios. ¿Qué se requiere en el mercado de trabajo? ¿Qué pasa si se evitan las reformas en un contexto sin inflación?


Desde hace un largo tiempo, el país viene empobreciéndose. El PBI per cápita –que mide el ingreso promedio de la población- en términos reales se estima en 2023 por debajo de cualquier nivel desde 2006, y menos de 1% por encima de 2001. En términos de dólar oficial, el PBI per cápita de este año es apenas un 1.4% por arriba del promedio de la década de 2010, mientras que en dólares blue la caída es del 40%. Este indicador resume el funcionamiento de todos los mercados que dan como resultado el nivel de vida -promedio- de la población. 

¿Qué problemas enfrenta el mercado de trabajo? En este caso, el termómetro utilizado por excelencia es la tasa de desocupación, que se suele asociar con más empleos -aunque podría indicar menos gente buscando trabajo-.

Si solo se mirara el desempleo, se creería que las políticas económicas, en general, y en particular del mercado laboral, son un éxito. Tras la década de 2010, que marcó un promedio del 8.9% (mínimo 8.2 -máximo 9.8) en términos de desempleo, y luego del pico debido a la pandemia, éste comenzó a descender hasta llegar a menos del 7% este año, nivel que no se registra desde 1991, hace más de 3 décadas.

Gráfico 1

La caída en la desocupación tiene que ver con el aumento de la demanda de trabajo que, no solo logró incorporar a los ingresantes al mercado de trabajo, sino que también logró absorber a una parte de los desocupados. 

Después de 2020, el empleo comenzó a recuperarse. Tomando como punto de partida el año 2019 –para no contaminar la data con la pandemia-, se incorporaron al mercado de trabajo 1,4 millones de personas, lo que representa un ritmo de crecimiento del 1,7% promedio anual, semejante a la tasa a la que venía expandiéndose el empleo en los años previos.

La pregunta a formular es qué hace que, en un contexto de alta inflación, el empleo crezca y la tasa de desempleo sea tan baja y, sorprendentemente, la respuesta es: la inflación.

El mercado de trabajo en la Argentina es muy poco flexible. Las normas sobre despido, tanto individual como colectivo, hacen que estas rigideces potencien el costo de la mano de obra que, ya de base, tiene una brecha del 48% entre lo que paga el empleador y lo que percibe el trabajador. A las regulaciones se suman fallos de la justicia laboral que favorecen a los trabajadores, alentando denuncias muchas veces sin sustento, lo que hace aún más caro el recurso mano de obra. A lo que lleva esto es desincentivar no el despido, sino la contratación.

La alta inflación permite ajustes salariales menores al crecimiento de los precios y/o postergarlos, lo que termina reduciendo el costo en términos reales. En otras palabras, introduce una forma de flexibilidad al mercado de trabajo. Y es ahí cuando el empleo crece.

Puede verse en el período 94-2001 -vigencia de la Convertibilidad-, con una tasa de inflación promedio del 0.8%, el desempleo se ubica en promedio por encima del 13%, mientras que, entre 2007-2019, con una inflación del 28%, la desocupación llegó al 9%. En los últimos 3 años, la inflación promedio del período fue del 81% y la tasa de desempleo descendió al 7.6% Durante los 80, con tasas de inflación notablemente más altas, el desempleo se ubicó por debajo del 6%. Es cierto que el desempleo depende de muchas otras cosas –nivel de actividad, situación de la oferta, niveles salariales-, pero esto es un indicio del rol de la inflación en abaratar los costos.

Pero no todo es crecimiento en materia de empleo. También importa dónde se crea empleo. Al respecto, cuando se indagan las estadísticas, se encuentra que no todo está tan bien. De los 1,4 millones de nuevos empleos, el 38% corresponde a asalariados en el sector informal, el 14% fue empleo público, el 26% a no asalariados y sólo 20% a asalariados formales –menos de 300 mil en cuatro años-, que son empleos asociados al sector más productivo de la economía.

La evolución de asalariados en el sector informal implica que éstos representen una proporción cada vez mayor dentro del conjunto. En promedio para la década anterior, este porcentaje fue de 30.5%, mientras que, en 2022 y 2023, se ubicó alrededor del 33%, 1.5 puntos por encima de 2019.

¿Por qué crece el empleo en el sector informal? Porque a pesar de que la inflación los licua, los costos que implica mantenerse en el sector formal –impuestos y regulaciones- siguen siendo altos para una proporción grande de las firmas, dado el nivel de productividad de la economía. Esto significa que la única forma de sobrevivir es cayendo en la informalidad, evadiendo costos.

La productividad media argentina hoy se encuentra en el nivel más bajo desde 1993, excluyendo el año 2002, año de una de las peores crisis de la Argentina.

Gráfico 2

Y, de nuevo, esto tiene varias causas. Las políticas macro que desalientan la inversión hacen que la falta de incorporación del capital no permita mayor productividad. Por otra parte, las falencias en materia educativa no contribuyen a la incorporación de capital humano, impidiendo también el incremento de la productividad.

La Argentina necesita reformas que permitan mayor empleo, mayor productividad, crecimiento de la economía y del bienestar de la población. Reformas que alienten una reasignación de recursos desde sectores improductivos y poco competitivos a sectores innovadores y que aporten al crecimiento. Y esto requiere de mercados flexibles, ya que la reducción de la tasa de inflación quitará el mayor elemento de flexibilidad que hoy tiene el mercado de trabajo. Si se estabiliza la economía y no se llevan a cabo las reformas en el mercado de trabajo, al no poder licuar costos, el ajuste será vía cantidad, elevando la tasa de desocupación, la informalidad y los ya altos niveles de pobreza.


Nuria Susmel

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