Desafíos en pesos y en dólares

Los desequilibrios macroeconómicos se profundizaron en los últimos meses. Y una buena cosecha no alcanza para resolverlos, por lo que es imperioso que la nueva administración actúe con rapidez y decisión para empezar a resolver los problemas que generan un exceso de pesos y traban la disponibilidad de divisas.


Durante los últimos meses, los desequilibrios macroeconómicos de la Argentina se agravaron. Reducciones de impuestos e incrementos de gasto aumentarán el déficit fiscal primario más que compensando el efecto “licuación” que produjo una inflación en ascenso. El déficit de este año, antes del pago de intereses, se encamina hacia los 3% del PIB, muy por encima del 1,9% acordado con el FMI. Al mismo tiempo, continúa la monetización de parte de los vencimientos de la deuda pública doméstica; medido a precios constantes, el aporte del BCRA al Tesoro por asistencia directa e indirecta fue, en 10 meses, 12% mayor a todo lo otorgado en el año 2022. El exceso de pesos termina, tarde o temprano, presionando a la brecha cambiaria.

En el frente externo, los datos oficiales a junio muestran que, en un año y medio, el stock de deuda comercial por importaciones de bienes y servicios aumentó en unos US$ 18.000 millones, superando en un 60% el stock de US$ 30.000 millones que se registró entre finales de 2017 y finales de 2021. Además, los datos de importaciones devengadas y del balance cambiario a septiembre sugieren que esa deuda puede haber aumentado en unos US$ 7.000 millones adicionales durante el tercer trimestre del año.  Y, por último, a finales de octubre el stock de reservas netas es negativo en más de US$ 7.000 millones y podría empeorar a US$ 10.000 millones negativos cuando se hagan los desembolsos pendientes al FMI.

A su vez, el tipo de cambio oficial es uno de los más atrasados de la historia, aunque debe señalarse que el aumento del impuesto PAIS a la mayoría de las importaciones y la posibilidad de liquidar una porción de las exportaciones al CCL aumentaron el tipo de cambio efectivo que enfrentan algunos sectores, al menos por un tiempo.

El año próximo habría buenas noticias en el frente externo. La normalización del clima permitiría una recuperación de las exportaciones del agro y se lograría un superávit en el comercio exterior de energía. La minería y los servicios también continuarían aportando más ingresos. 

Sin embargo, hay varios “demandantes” potenciales que presionarán sobre el mercado de cambios oficial: la recuperación de las reservas internacionales, la reducción en el stock de deuda comercial privada no deseada y los pagos en moneda extranjera que enfrenta el gobierno nacional que suman unos US$ 16.000 millones en 2024, con un financiamiento escaso (alrededor de US$ 5.000/6000 del FMI y de nuevos desembolsos de otros organismos multilaterales). A eso se suman vencimientos de provincias y de empresas por alrededor de US$ 7.500 millones, que tampoco podrían ser renovados en su totalidad en el mercado de capitales.

Por ello, aún si las exportaciones aumentaran en US$ 20.000 millones (que parece demasiado optimista), habría poco espacio para acumular reservas y/o aportar las divisas para que el sector privado reduzca el stock no deseado de deuda comercial si no se consiguen otras fuentes de financiamiento adicionales.

Además, una eventual solución al faltante de divisas no resuelve todos los problemas. En el mercado de pesos, el señoreaje habría sido durante este año de unos US$ 700 millones por mes. Si se mantiene a ese ritmo en 2024, ese monto anualizado tendría varios usos potenciales: comprar algo de divisas para mejorar las reservas netas, asistir al Tesoro y reducir el peso de las Leliqs. De allí la importancia de equilibrar las cuentas del fisco nacional para dejar más espacio a un principio de solución a los otros dos problemas. Si no se logra ese objetivo fiscal, la presión monetaria impactará sobre la brecha cambiaria y la tasa de inflación.

La elección presidencial se definirá en pocos días. Es importante que el nuevo presidente actúe con rapidez y decisión para empezar a resolver los problemas que generan un exceso de pesos y traban la disponibilidad de divisas.


Daniel Artana

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