Barranca abajo

Tras una cuarentena que sobrepasó por casi cinco veces los cuarenta días, los efectos son elocuentes en el ámbito del mercado de trabajo. La desocupación, que llegó a niveles que no se registraban desde el año 2004, arrastró a la población a niveles de pobreza que no se observaban en más de quince años. Y estos resultados no son los peores que se verán.

Hace pocos días fueron publicados los datos de la situación del mercado de trabajo del segundo trimestre del año el que coincide plenamente con el primer trimestre de la cuarentena, y no por ser esperados, dejaron de sorprender.

La tasa de desocupación alcanzó al 13,1% de la población económicamente activa, es decir que 13 de cada 100 personas que quieren trabajar no logran hacerlo. Hay que remontarse a más de quince años atrás para encontrar un porcentaje similar de desempleo.

La región más afectada fue la región metropolitana del Gran Buenos Aries (Capital y partidos del conurbano) donde la desocupación pasó de 9,9% a 13.1%, cuatro puntos porcentuales en sólo un trimestre, mientras que en el interior el aumento fue de 1,7 puntos, llegando así a los 13.2%  de desocupación.

Si se mide en personas, la evolución no parece tan seria. De hecho, el incremento en la masa de desempleados sólo creció en 42 mil en el área que releva la EPH, e inclusive cayó en el Gran Buenos Aires. Cuando se incorpora la región del interior no relevada en la encuesta, el aumento de los desocupados llega a casi 200 mil personas.

La explicación del aumento en la desocupación, es la caída en el empleo. En el área que releva la Encuesta de Hogares (Gran Buenos Aires y aglomerados más grandes del interior) desaparecieron 2,4 millones de puestos de trabajo, de los cuales 1,5 millones fueron en el Gran Buenos Aires. Una estimación para todo el país, incluyendo las áreas del interior no relevadas daría una caída total en el empleo de 3,5 millones.

Gráfico 1

Gráfico 2

 Algo para destacar es que el aumento de la desocupación se da frentea la caída en la tasa de actividad, que mide la oferta de trabajo, es decir a pesar de la enorme cantidad de gente que dejó de buscar empleo.

¿Cuánta gente se retiró del mercado de trabajo? En el área de la EPH, 2,4 millones dejó de buscar trabajo; una estimación para el total del país daría 3,3 millones. Números similares a los empleos perdidos.

Una explicación obvia a la reducción de la oferta es la cuarentena, al haber restricción a la movilidad mucha gente dejó de buscar trabajo. Esto dice que el 13,1% subestima la realidad. Si la proporción de gente buscando trabajo hubiera sido la misma que en el trimestre anterior, la tasa de desocupación habría estado encima del 27%; aún si se hubiera ubicado en el nivel más bajo desde 2016, la desocupación habría sido de 24%. Sin tanto “que habría pasado sí”, de la encuesta de hogares surge que del total de los que no buscaron empleo, el 4.6% se incluye en el concepto de Inactivo Marginal (IM), es decir que no buscaban empleo pero si apareciera, lo hubieran aceptado. Si estos IM se agregan a los desocupados, la tasa es del 20,5%.

Esto nos hace pensar que cuando la movilidad  se empiece a abrir, quienes se retiraron del mercado de trabajo en este trimestre comenzarán a buscar empleo nuevamente y se blanqueará el nivel de desempleo en un nivel aún más alto.

La caída en la actividad, que llevó a la caída en los puestos de trabajo, también derivó en una reducción de los ingresos. Los datos de INDEC muestran que el ingreso per cápita familiar fue, en el segundo trimestre de este año, un 18% menor en términos nominales que el del trimestre anterior, lo que sumado a la inflación resulta en una caída del poder adquisitivo del 22% en sólo tres meses.

De este modo, menos ocupados y menos ingresos, confluyeron en un fuerte aumento en la pobreza. El registro del primer semestre del año muestra que el 40,9% de la población no tuvo ingresos suficientes para comprar la canasta de pobreza y para el 9%, sus ingresos no alcanzaron para cubrir las necesidades mínimas alimenticias. Estos niveles de pobreza e indigencia son los más altos desde el año 2006.

Grafico 3

No sólo la pobreza ha aumentado, sino la brecha de pobreza también. La brecha de pobreza mide el porcentaje del ingreso del hogar que falta para salir de la pobreza. Esta diferencia viene aumentando desde comienzos de 2017 y, en el primer semestre de este año, se ubicó en el 41.2% del ingreso del hogar, 1,4 puntos por encima del semestre anterior. La brecha de indigencia alcanzó al 41,9%, con un aumento de 1,8 puntos en relación a fin del año 2019.

Teniendo en cuenta que estos números representan el promedio de un primer trimestre “normal” y un segundo trimestre de cuarentena, y que es en éste en el cual el empleo más se redujo y más se contrajeron los ingresos, todo hace pensar que el porcentaje  de pobreza hoy probablemente sea mayor que el 40,9% registrado.

Sin signos de final para la cuarentena y sin un horizonte claro en materia económica es difícil pensar en una reversión a corto plazo de estos niveles de desempleo y pobreza. Más bien, la sensación es que esto se tiende a profundizar.


Nuria Susmel

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