AySA bajo la nueva gestión de La Libertad Avanza: una proyección financiera optimista con información demorada

Esta nota explora la información financiera de AySA para intentar anticipar los resultados económicos del año 2024. Aunque al momento de escribir esta nota existen pocos “datos duros” de la gestión debido a un importante rezago en la publicación de la información presupuestaria de AySA, es posible llevar a cabo una proyección optimista, de la cual se infiere la distancia que igualmente faltará recorrer desde 2025 en adelante. Concretamente, suponiendo que las reducciones de costos reales verificadas en enero-2024 podrán mantenerse durante todo el año (esto es, que la porción de dichos ahorros correspondiente a la postergación de pagos podrá transformarse en una reducción de costos efectiva y sostenible por una mejora en la gestión en el resto de este año), y que se aplicarán los ajustes tarifarios nominales previstos desde junio, los costos aumentarán 173% pero los ingresos tarifarios lo harán en 512% (en ambos casos respecto del año 2023), permitiendo reducir el déficit de AySA en unos US$ 570 millones, de manera tal que el monto de los subsidios fiscales (incluyendo deuda) caiga del 82% del costo total según lo observado en 2023 hasta un 60% de dicho costo total en 2024.


Introducción

Desde su inicio en diciembre 2023, el gobierno nacional definió la necesidad de realizar un ajuste de las cuentas públicas sustancial que permita lograr un superávit fiscal global (primario más intereses) y que funcione como un ancla de las expectativas inflacionarias. Durante los primeros cuatro meses del año alcanzó dicho superávit en base a una mezcla de medidas coyunturales –licuación de obligaciones salariales y previsionales, postergación de pagos por gastos ya realizados y compromisos asumidos, y reducción de inversiones públicas– y de medidas estructurales –reducción del empleo público, aumentos tarifarios que permiten reducir los subsidios fiscales en los servicios públicos de infraestructura (energía, transporte público de pasajeros, saneamiento), corrección del exceso de gasto en asistencia social capturado y mal focalizado, etc. A medida que avanza el reloj, el mantenimiento y profundización de la disciplina fiscal y de la búsqueda de mayor productividad del sistema económico para permitir y promover un mayor nivel de empleo y de ingresos reales de la población requiere que las correcciones estructurales reemplacen a las coyunturales.

Entre los múltiples aspectos estructurales a resolver, el gobierno nacional claramente ha identificado la necesaria mejora en la gestión de las empresas públicas, en muchos casos como paso previo a una eventual privatización (por transferencia del capital accionario al sector privado –incluyendo a los propios empleados– o por medio de contratos de concesión). La mayor eficiencia de estas empresas, independientemente de los aumentos tarifarios que se dispongan y de que éstas sean o no privatizadas en un futuro cercano, permite tanto mejorar la posición fiscal como mejorar la calidad de bienes y servicios a disposición de la población, por lo cual su verificación aportará una señal valiosa respecto de la sostenibilidad del nuevo conjunto de reglas y principios que promuevan la inversión, ayudando así también a alinear las expectativas de los agentes económicos, la recuperación de la actividad económica, el control de la inflación, etc.

En tal sentido, resulta valioso explorar la existencia de indicadores tempranos suficientes que permitan concluir o vislumbrar la obtención de algunos resultados en materia de gestión de empresas públicas. Naturalmente, la información “blanda” al respecto –consistente en la narrativa de cambios de gestión que hayan sido introducidos, mejoras en la transparencia, proceso de contrataciones, o incluso los anuncios oficiales sobre objetivos y perspectivas de ahorros de recursos a lograr– puede resultar indicativa de la existencia de tal cambio sustancial en la gestión, pero también es importante verificar si dichos cambios tienen su correlato en la modificación de indicadores “duros”, incluyendo entre éstos el desempeño financiero de las empresas públicas.

En esta nota presento una primera incursión en la información financiera disponible de una de las empresas públicas de mayor envergadura, Aguas y Saneamientos Argentinos S.A. (AySA). Habiendo transcurrido sólo 5 meses desde la asunción del nuevo gobierno nacional, no puede esperarse ninguna novedad respecto de información que emerja de indicadores de gestión asociados a la variación de la cobertura, calidad del servicio, etc., pero en este plazo sí podrían observarse indicios tendientes a sugerir que existen cambios en la gestión que anuncien una reducción del costo de producción de los servicios prestados por la empresa. Veamos si ello es así.

Evolución de tarifas, costos y subsidios de AySA, 2001-2023

Considerando todo el período 2001-2023, la situación de AySA al inicio del mandato de Javier Milei mostraba un fuerte retraso tarifario real (comparado con las tarifas medias en 2001 o en 2017 –los valores más altos en la serie), pero fundamentalmente un fuerte aumento de los costos de la empresa normalizados por la cantidad de usuarios atendidos (esto es, los costos unitarios o costos por conexión), tanto se considere los costos totales –incluyendo las erogaciones de inversión–, que aumentaron más del 200% respecto del año 2001, como los costos de explotación –donde sólo se incluyen los costos corrientes–, que aumentaron más del 100% vs. el año 2001. Como consecuencia de ambos senderos de ingresos tarifarios y costos, en 2023, sólo el 18% de los costos totales de la empresa eran cubiertos por medio de recursos tarifarios, mientras que el 82% restante se financiaba con una mezcla de transferencias del Estado y préstamos de organismos multilaterales (que, en conjunto, constituyen subsidios fiscales –presentes y futuros–, dado que dichos préstamos presumiblemente serán devueltos por el Estado a través del servicio de la deuda contraída por la empresa). Como referencia, en el año 2023, el déficit de AySA rondó los US$ 2,27 mil millones, y unos US$ 950 millones de ellos fueron financiados por medio de transferencias del Tesoro Nacional. Los Gráficos 1 y 2 muestran esta evolución en pesos constantes y en dólares.

Gráfico 1

Gráfico 2

Datos disponibles en 2024

Una primera referencia habitual en materia de indicadores de desempeño económico-financiero de las empresas públicas es la provista por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración (ASAP), que registra cada mes las transferencias corrientes y de capital realizadas por parte del Tesoro Nacional. Estas cifras, acumuladas en el período enero-abril 2024, sin embargo, no son útiles para realizar una comparación interanual: la ASAP informa que, en el período ene-abr 2024, AySA recibió transferencias corrientes por $ 20 mil millones y de capital por $ 65,8 mil millones (que superan los montos de dichas transferencias en enero 2024 según AySA, por $ 7,7 mil millones y $ 9,4 mil millones respectivamente, y por lo tanto resultan factibles y eventualmente razonables), pero en el período ene-abr 2023, ASAP informó que no hubo transferencias corrientes y que las transferencias de capital sumaron $ 7,5 mil millones, cuando para ese período AySA informó $ 24,5 mil millones y $ 5,8 mil millones, respectivamente. Vale decir, ASAP había sub-reportado el monto de las transferencias corrientes y capital recibidas por AySA en el primer cuatrimestre de 2023, de modo tal que los datos del primer cuatrimestre de 2024 no pueden compararse con los de igual período en 2023. Además, dado que buena parte del financiamiento de las inversiones de AySA proviene de préstamos de organismos multilaterales de crédito (al punto tal que, al cabo de todo el año 2023, las transferencias del Tesoro representaron sólo 42% del déficit de la empresa), el déficit de la empresa no equivale, ni tampoco se aproxima, a los montos transferidos.

En tal sentido, la información de costos disponible más confiable es la que regularmente publica AySA en su página web (ver https://www.aysa.com.ar/Quienes-Somos/Transparencia/presupuesto). Allí, sin embargo, al momento de escribir esta nota la empresa sólo había publicado información sobre la ejecución presupuestaria del mes de enero 2024, señal cualitativa negativa dado que existen al menos dos meses de retraso respecto de una demora razonable de, como máximo, 2 meses desde cada cierre. En todo caso, los datos del mes de ene-2024 de AySA permiten verificar los siguientes cambios interanuales (comparando ene-24 vs. ene-23, ver Gráfico 3): con un tipo de cambio oficial 350% mayor y una inflación anual del 250% entre ambos meses, hubo aumentos nominales que en general resultaron en reducciones reales de cada rubro, como, por ejemplo, medido en dólares, una reducción del 20% en los ingresos tarifarios y del 39% en el costo total (cuyo aumento nominal fue del 173%). En el Gráfico también se observa que el aumento nominal del gasto en personal (234%) estuvo en línea con la inflación minorista y que hubo una muy fuerte caída de las inversiones, medidas por el gasto en capital (del 61% en US$ y del 50% en moneda constante), pero no de gastos de explotación (que cayeron 11% en US$, pero aumentaron 14% en $ constantes).

Gráfico 3

Fuera del Gráfico 3, los datos de la ejecución presupuestaria de AySA informan que el tamaño de su planta permanente de empleados bajó de 7.715 (en nov-23) a 7.690 empleados (en ene-24), una cantidad insignificante teniendo en cuenta que al final de la gestión privada de Aguas Argentinas S.A. en 2005 (cuya concesión fue terminada en 2006) había 3.941 empleados.

La información pública posterior a enero 2024, sin embargo, señala que, desde el mes de marzo (luego de un cambio en la gestión de la empresa, hasta entonces a cargo de un funcionario que según la información periodística era cercano a la ex-presidenta de AySA durante el gobierno de Alberto Fernández, Malena Galmarini), AySA llevó a cabo 200 despidos y aplicó 500 retiros voluntarios (totalizando de esa manera una reducción del 8% en el tamaño de su planta permanente de empleados), así como también es inmediato verificar que los ingresos tarifarios aumentaron 209% a partir del mes de abril, lo cual permite cierto optimismo sobre el efectivo avance de una mayor eficiencia en la gestión y mayor precisión en la proyección de los ingresos tarifarios de la empresa durante todo 2024.

Una proyección optimista de ingresos tarifarios, costos y déficit para el año 2024

La proyección optimista del año 2024 consiste en suponer que las tarifas de AySA efectivamente serán ajustadas mensualmente a partir de junio según lo previsto, y que los menores costos reales observados al comparar los meses de enero de 2023 y 2024 no han sido producto de la postergación de pagos sino de reducciones efectivas en los gastos reales (o alternativamente, que aunque hayan habido postergaciones de pagos solamente, iguales ahorros interanuales podrán lograrse en los meses siguientes a través de una mayor eficiencia en las distintas erogaciones de la empresa). Así, en materia de ingresos tarifarios, partiendo de la variación nominal de los mismos verificada entre ene-23 y ene-24 se agrega el aumento del 209% en las tarifas aplicado en abril y la actualización prevista desde junio (en base a una fórmula polinómica que pondera 45% la variación del Índice Salarial General del INDEC, 44% la variación del IPIM y 11% la variación del IPC), que por simplicidad se supone igual a la variación de un IPC que aumenta al 4% promedio mensual, frente a un tipo de cambio oficial que mantiene el crawling peg actual al 2% de aumento mensual (alcanzando un tipo de cambio promedio en 2024 de 972 $/US$); mientras que en materia de egresos, se mantiene y proyecta durante todo el año la variación nominal de costos (y reducción del costo en términos reales) verificada entre ene-23 y ene-24. Por simplicidad, la evolución resultante se expresa sólo en dólares, en el Gráfico 4, incluyendo el período 2017-2024 proyectado para mantener cierta perspectiva.

Gráfico 4

Como se observa en el Gráfico 4, los resultados salientes de esta proyección (en dólares oficiales) son los siguientes:

  • una recomposición importante de las tarifas, con ingresos tarifarios por conexión que superarán levemente el nivel de 2017,
  • una leve caída del costo unitario (total) con una leve suba del costo unitario de explotación,
  • una reducción de la importancia de los subsidios fiscales (financiamiento del déficit por medio de transferencias del Tesoro Nacional y préstamos de organismos multilaterales) del 82% al 60% del costo total, y
  • una contracción del déficit de la empresa, desde US$ 2,27 mil millones en 2023 hasta US$ 1,7 mil millones en 2024, esto es, de US$ 570 millones, que representan el 60% del total de transferencias de capital y corrientes del Tesoro Nacional recibidas por AySA en 2023.

Conclusión

En síntesis, aunque la información oficial de AySA disponible –los “datos duros”– es todavía escasa, con una ya extensa demora en la publicación de su ejecución presupuestaria que contiene una mala señal en materia de transparencia, y las reducciones de costos reales verificadas inicialmente podrían corresponder más a una postergación de pagos que a una mejor gestión de la empresa, existen indicios posteriores al mes de enero (sobre la contracción de su dotación de empleo en torno al 8%) que permiten proyectar con cierto optimismo el resultado de la empresa en el año 2024. Bajo tales perspectivas optimistas, si se actualizan las tarifas desde jun-2024 y se mantienen las reducciones de costos interanuales observadas en ene-24 durante todo el año, ello permitirá mayores ingresos tarifarios (512% de suba anual nominal) que, dado que los costos aumentarían nominalmente sólo 173%, llevarán a reducir el déficit de AySA y el monto de los subsidios fiscales (incluyendo deuda) que ésta recibe del 82% al 60% de su costo total, logrando un ahorro fiscal (presente o futuro, según se contraiga el financiamiento del Tesoro o el uso del crédito) de unos US$ 570 millones.


Santiago Urbiztondo

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