¿Por qué nada cambió cuando todo cambió?

En el pasado mes de mayo, hubo dos noticias importantes en materia educativa; por un lado, se firmó el Compromiso Federal por la Alfabetización, que busca mejorar la alfabetización a nivel nacional con estrategias específicas y evaluaciones regulares, y por otro lado, se corrigieron los datos del operativo Aprender 2021, indicando una caída menor en los aprendizajes post-pandemia de lo inicialmente informado. Esto sugiere que, aunque la pandemia alteró significativamente la escolaridad típica, el impacto en los aprendizajes no fue tan drástico como se temía.


El pasado mes de mayo hubo dos noticias muy relevantes en la cartera educativa. Por un lado,  los ministros/as de educación de las 23 provincias más CABA firmaron el Compromiso Federal por la Alfabetización luego de un acuerdo unánime del Consejo Federal. El acuerdo implica el compromiso de cada jurisdicción para la implementación de estrategias específicas que aseguren que todos los estudiantes adquieran las competencias necesarias en lectura y escritura a una edad temprana. Este plan, que forma parte del Plan Nacional de Alfabetización, busca que todos los estudiantes puedan leer, comprender y producir textos en su paso por la primaria. También prevé la creación de una Unidad de Alfabetización para coordinar esfuerzos y redes de colaboración entre las jurisdicciones y el nivel nacional, así como la ejecución del operativo Aprender para el monitoreo y la evaluación de los aprendizajes en 3er grado del nivel primario. Y propone una revisión anual de los planes de alfabetización para ajustar y mejorar las estrategias.

Por otro lado, el viernes 31 se publicaron los resultados definitivos del operativo Aprender 2023 para el 6° grado de primaria, que no mostraron diferencias significativas respecto a los resultados adelantados el año pasado. Sin embargo, sí hubo una sorpresa: la corrección de los datos de 2021, el periodo inmediato posterior a la pandemia[1]. Esta corrección muestra una caída en los aprendizajes de Lengua – porcentaje de estudiantes con satisfactorio o avanzado -mucho menor a lo informado inicialmente: se redujo en 15 puntos porcentuales, indicando una disminución de apenas 4 puntos en lectocomprensión entre la pre y la post pandemia, similar a la diferencia observada en matemática (que sufrió una corrección de 1 punto porcentual solamente).

El Gráfico 1 muestra la serie corregida para lengua (en azul), donde se observa que la caída en los resultados de lengua en 2021 fue mucho menos pronunciada que la informada previamente (en trazo punteado azul). La nueva serie hace más evidente que la evolución de los aprendizajes tanto en lengua como en matemática es muy similar, ninguno de los dos ha dejado de caer desde 2018, sólo que lo hacen en niveles distintos.

Gráfico 1

Fuente: Elaboración propia con base en operativos Aprender.

Las preguntas que siguen son inevitables, ¿entonces la pandemia no fue tan mala en términos educativos como habíamos anticipado? ¿La desestructuración profunda experimentada por el sistema educativo casi no afectó los resultados? Los pilares de la escolaridad como la presencialidad, la territorialidad, la simultaneidad, el número de horas de clase, todo se vio trastocado, sin embargo el efecto inmediato -2021- no parece ser tan profundo. El conjunto de estrategias implementadas para la continuidad pedagógica ¿fue así de efectivo? ¿Los videos, los zooms, los mails, los cuadernillos fueron tan buenos como para “compensar” la presencialidad (o casi)? o es que, como decíamos para matemática, ¿estábamos tan mal que no era posible caer más? En realidad, la mirada a tres años vista, deja ver una tendencia que sí es más preocupante, si bien en lectura todavía estamos por encima de los niveles mínimos observados en 2013, en matemática el porcentaje de estudiantes de sexto grado con aprendizajes esperados ha retrocedido a los niveles de hace 10 años. Estos eran niños y niñas que empezaron y transitaron tercer grado en 2020.

Si se movieron tantas variables antes consideradas estables en la escolarización, ¿por qué los aprendizajes en nuestro país apenas se movieron? ¿Somos los únicos? Los datos de PISA muestran que no. La comparación de los resultados entre 2022 y 2018 indica que, además de la Argentina, y concentrándonos sólo en los países latinoamericanos, en Brasil, Chile y Colombia la diferencia entre la pre y la post pandemia fue estadísticamente no significativa, tanto en Lectura como en Matemática. En Guatemala, México y Uruguay los diferenciales tampoco son significativos en Lectura, pero sí cayeron en Matemática tras la pandemia (ver Cuadro 1).  La comparación de estos últimos tres casos suma una incógnita adicional porque Uruguay fue de los países con menos días de escuelas cerradas y que más rápidamente mutó a la virtualidad, mientras que los otros dos se encuentran entre los que más tiempo demoraron en abrir las escuelas. Sin embargo, la evolución pre y post COVID fue similar.

Estos diferenciales entre 2022 y 2018 disimulan otro punto importante: el nivel absoluto de los puntajes de cada país. Si bien toda Latinoamérica está bien por debajo del nivel promedio de la OCDE, Chile y Uruguay son los dos países latinoamericanos con mejor puntaje en PISA – primero y segundo, respectivamente, tanto en lectura como matemática -, pero uno mantuvo las escuelas total o parcialmente cerradas el 70% del tiempo entre 2020 y 2022 (Chile), mientras que el otro, apenas un 15% del tiempo[2]; pero para ambos sistemas, los diferenciales pre y post pandemia en el puntaje de PISA  fueron nulos en lectura, mientras que en matemática sólo bajó en el caso de Uruguay, que fue de los dos el que más rápido abrió las escuelas y se adaptó a la virtualidad con tecnología disponible tanto para alumnos como para docentes.

Las columnas (c) y (d) del Cuadro 1 muestran cuánto representa en años de escolaridad el diferencial del puntaje de lectura y matemática que tiene cada país latinoamericano, respecto al promedio de la OECD. Este es un indicador más palpable de lo que significa estar en determinado lugar del ranking de las pruebas PISA. Los estudiantes de 15 años de edad de Chile están en promedio, un año escolar atrasados en comprensión lectora respecto a sus pares de la OECD y casi dos años y medio en la resolución de problemas matemáticos. Los estudiantes de la Argentina, por su parte, tienen un rezago de 3  y casi 4 años de escolaridad promedio en lectura y matemática respectivamente, en comparación con los de la OECD. Más allá de la gran diferencia en los niveles absolutos, ni en Chile ni en Argentina se observa una diferencia estadísticamente significativa entre la pre y la post pandemia de los resultados medidos por PISA.

Y por último, no deja de ser llamativo que entre los países que se ubican al final del Cuadro 1 (que son también de los últimos del ranking completo de PISA), los resultados de las pruebas luego de atravesar la pandemia, no solo no hayan caído sino que hayan mejorado en algunas asignaturas. Son los casos de Panamá, Guatemala, Paraguay y República Dominicana.

Cuadro 1: Cambio entre 2022 y 2018 de los puntajes de PISA de los países latinoamericanos de la muestra

Fuente: Elaboración propia con base en Table I.B1.5.4 ,  Table I.B1.5.5, Table I.B1.2.1 y Table I.B1.2.2 de PISA 2022 Results (Volume I) PISA 2022 Results (Volume I) : The State of Learning and Equity in Education | OECD iLibrary  
(1) Igual, Bajó o Subió implican significatividad estadística del cambio. (2) Se tomó 25 puntos de la escala PISA como el equivalente a un año de escolaridad[3].

En resumen, distintas estrategias con distintos puntos de partida convergieron a lugares similares. Mucho para estudiar ahí. Si nos focalizamos solo en nuestro país, la estabilidad observada en los resultados de Aprender, pese a la pandemia, plantea varios interrogantes, porque a pesar de los cambios que sufrió la escolaridad los resultados en los aprendizajes no mostraron una caída tan pronunciada como se temía inicialmente. Esto podría leerse positivamente como una cualidad de resiliencia del sistema ante la crisis, sin embargo, a tres años vista lo que persiste es el bajo nivel promedio de los aprendizajes, lo que sigue cuestionando la capacidad del sistema para llevar a cabo su función educadora.

En estas condiciones es más que oportuna la firma del Compromiso por la alfabetización que acordaron unánimemente las provincias. Los datos de Aprender y la comparación con otros países, si bien dolorosa, confirma la necesidad imperiosa de hacer efectivo cuanto antes el plan de alfabetización. Y monitorearlo, evaluarlo, rediseñarlo, adaptarlo, corregirlo las veces que sean necesarias hasta que los niños y niñas de tercer grado lean de corrido, comprendan lo que leen, y tengan las herramientas necesarias para sostener su escolaridad, pero sobre todo, para construir conocimiento de allí en más.


Ivana Templado


[1] Como indica el Informe de resultados 2023: “…el resultado de esta revisión fue la detección de un problema en el procedimiento de escalamiento en los resultados de Aprender 2021, documentado en el informe técnico. El error también ocurrió en el escalamiento de Matemática, pero tuvo un impacto en los datos finales más reducido.”

[2] Banco Mundial (2022a) Dos Años Después: Salvando a una Generación. (Spanish). Washington, D.C. World Bank Group, UNICEF, UNESCO.

[3] De acuerdo a Woessman (2016, p. 6[12]): “Como regla general, los avances en el aprendizaje en la mayoría de las pruebas nacionales e internacionales durante un año son iguales a entre un cuarto y un tercio de desviación estándar, que son 25-30 puntos en la escala PISA”. Más recientemente Avvisati (2021) equipara 20 puntos de los test de PISA a un año escolar.


Referencias

Woessmann, L. (2016), The Importance of School Systems: Evidence from International Differences in Student Achievement. Journal of Economic Perspectives, Vol. 30/3, pp. 3-32, http://dx.doi.org/10.1257/jep.30.3.3.

Avvisati, F. (2021), “How much do 15-year-olds learn over one year of schooling?”, PISA in Focus, No. 115, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/b837fd6a-en.

Share via
Copy link
Powered by Social Snap